miércoles, 18 de agosto de 2010

No todo es oro lo que reluce

Desde que llegué aquí, por lo que he ido escribiendo y por las fotos que he ido colgando en Internet, la impresión que he dado ha sido muy fresca y divertida. La verdad es que lo es, pero a veces no todo es oro lo que reluce, pues más de medio año es tiempo suficiente para que te suceda casi de todo, y más si le sumamos que no estás en tu país de origen. La gente muchas veces piensa que esto es un camino de rosas, pero créanme, si no estás preparado mentalmente para dejar todo atrás, ni lo intentes; vivir a 16.746,80km de tu casa puede resultar complicado.

Digamos que en estos 8 meses que llevo fuera de casa han pasado varios percances que me han hecho sudar la gota gorda. Para empezar, antes de pisar Australia y antes de tener la mínima idea de hablar inglés, perdí el avión que me llevaría desde Singapur a Australia y tuve que pagar más de $900 para subirme en el siguiente vuelo de otra compañía aérea.

Al llegar a Gold Coast todos los problemas quedaron atrás, empecé a aprender inglés y a adaptarme al estilo de vida australiano, pero eso no quitó el hecho de que muchas veces he echado de menos el poder llegar a casa y hablar mi idioma, o tener la posibilidad de ir a tomar una copa con mis amigos españoles. La cosa iba muy bien, en 2 semanas me pude abrir una cuenta bancaria sin problemas, me memoricé mi nuevo numero de móvil, ya hacía las cuentas en dólares australianos y mi grupo de amigos iba creciendo como la espuma, y ahí es cuando viene el primer gran problema; todos somos pasajeros temporales, amigos que vienen y se van, amigos que no son amigos en esencia, sino compañeros de aventuras, y que en muchos casos, son mejores que cualquier otra compañía, pues están pasando por lo mismo que tú, pero todos, absolutamente todos, volverán a sus respectivos países tarde o temprano.

Los problemas de Gold Coast terminaron ahí, pero en cuanto llegué a Melbourne, todo empezó con mal pié. Nada más llegar, hice una transferencia bancaria desde mi cuenta española a mi cuenta australiana lo suficientemente grande para que el gobierno australiano me bloqueara todo el dinero por sospecha de blanqueo, esto me supuso estar prácticamente más de un mes sin un duro ($2.62 para ser exactos). Cada día llamaba al banco y a inmigración, y cada día me contaban diferentes soluciones, haciendo inservibles las del día anterior; a veces llegué a pensar que para lo único que llamaba era para mejorar mi compresión del habla inglesa. Después de eternas peleas y tras haber enviado 200 copias de todos mis papeles, conseguí que me abrieran de nuevo mis fondos y ya pude empezar de nuevo a tener una vida decente, pero no por mucho tiempo.

A la semana de arreglar todos los problemas del banco y blanquear todo el dinero, empecé a notar una ligera molestia en mi muñeca derecha. Con el paso de los días, el daño no hacía más que agravar hasta el punto de que no podía mover en ninguna dirección la mano y cada vez que intentaba agarrar algo se me caía por falta de fuerza en mi agarre, así que me fui directo al hospital. Una vez allí, tras una larga espera, me atienden y me dicen que tengo un señor quiste en mi muñeca y que si no mejora con antiinflamatorios y masajes, en 2 semanas tendré que pasar por quirófano. Me fui a casa con el brazo parcialmente enyesado y con la moral por los suelos, pues una operación (no cubierta por el seguro) me hubiera supuesto una buena faena aquí, en Melbourne. No tiré la toalla y después de darme más masajes que un maldito esquizofrénico y de tomar antiinflamatorios cada vez que abría la boca, el quiste se fue por donde vino.

Después de todo lo dicho y de salir airoso de todos los percances, ya he visitado media Australia y en menos de 20 días me voy a Tokio. Ahora mismo, es ahí donde reside toda mi tensión, pues 3 meses en Japón dan mucho margen de tiempo para perderme por akihabara o para que un yakuza me corte un dedo. Así que para evitar mayores problemas, estos días me he puesto a estudiar japonés. La verdad es que cuando lo hablo me siento un friki de primera categoría, pero ya lo voy superando. Espero que no me den mucha caña en España cuando vuelva de Japón, no estoy moralmente preparado para soportarlo.

さよなら!!