miércoles, 27 de enero de 2010

Último día en la isla, en mí isla.

Bueno, dicho y hecho, despedidas, cenas, comidas, meriendas, vueltas a Mallorca... Ahora sólo sé que mañana será uno de los días más difíciles de mi vida, un día que marcará un antes y un después, un día más, un día menos.
Podría describir detalladamente cada uno de los sentimientos que han ido aflorando a lo largo de esta semana, pero sin duda, me quedo con el más constante, la añoranza. Cada despedida ha sido como un duro y amargo golpe directo, un golpe no estéril, un golpe que marcará desde hoy el resto de la aventura.
Salgo de Palma de Mallorca mañana día Jueves 28 de febrero rumbo al peor jet lag de mi vida, al peor trauma y a la aventura más inconsciente que jamás pensé realizar... Con las baterías de todos los dispositivos portátiles habidos y por haber cargados al 110%, lectura como para hacer una hoguera en caso de que caiga en una isla en mitad del pacífico, y sobre todo, con una buena sobredosis de Quely's!.
No prometo mantener mi integridad al llegar a Brisbane, pero si prometo que cuando llegue, iré recto a algún desagüe (por no decir que me iré a regar primer baño del aeropuerto) para confirmar de primera mano si realmente el agua gira al contrario que en el hemisferio norte.
Nada, me despido desde Mallorca ya que me queda hacer un par de modificaciones al contenido de la maleta y a afeitarme, que sería un disgusto para mí y para mis padres que me confundieran con Bin Laden.
Gracias a todos por lo que habéis sido, sois y seréis.


Un saludo de un homínido febril y con la muñeca destrozada.






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