lunes, 14 de junio de 2010

Los días siguen pasando y el frío va llegando, las máximas del otoño ya no llegan ni a los 15º y las bajas acarician los 5º. Metódicamente, me estoy preparando para el invierno más largo de mi vida, pues no creo que vuelva a disfrutar de un clima cálido hasta el año que viene, por eso me he visto obligado a cambiar la moda-invierno de el Corte Inglés por la moda Зимой русского покроя. (Sí, me he pasado a la moda invierno Rusa, ¿qué pasa?). Unos guantes, una bufanda y un gorrito muy conservador (Ushanka para los adiestrados en moda rusa como yo), son ahora mis fieles amigos para luchar contra el frío polar. Curioso es, que en mi cuerpo reside ya despierto el espíritu navideño, pues para mí el inicio del frío siempre ha sido durante 23 años, indicios de navidad. Se me hace rarísimo mirar el calendario y comprobar que, efectivamente, estamos en Junio.

Pero bueno, mi regalo de navidades este año va a ser el África World Cup, aquí el mundial se vive con bastante intensidad, pese a que el equipo local es un paquete (hoy mismo, Alemania le ha anotado 4 goles a los Socceros). Los partidos suelen transcurrir desde las 22hrs hasta las 6 de la mañana (Hora local), así que sólo suelo ver el primer partido del día, a no ser, que se juegue algo importante, que en ese caso, haré el esfuerzo.

Aquí la población sigue siendo muy multicultural, pero parece que algunos chinos se han comido a los japoneses, pues la diferencia respecto a Queensland es importante. He pasado de oír el famoso konnichiwa hai hai summimasen a escuchar el más que incomodo ching chang lii Chiang choung chu, pese a que eso, posiblemente, signifique “lo eres todo en mi vida”. Desde luego, me encantaría hablarles de los primeros chinos que conocí en mi vida, el guarro del chin-champú y los pobres del chin-lu, chin-gas y chin-agua.

Aquí la densidad de población es mucho más alta que Queensland, por eso las probabilidades de encontrarte personajes por la calle es mucho mayor. Desde vagabundos tocando la guitarra a su manera y gritando como poseídos, hasta una performance impresionante de un japonés tocando música country acompañado por un señor de unos 60 años con una, más que probable, sobredosis de anfetaminas. El peor freak que recuerdo de Gold Coast era un vagabundo que cada mañana corría (cuando digo corría, espero que sepáis que se trata de un trote lento vagabundero bajo en combustión de calorías y con una continua descoordinación por parte de su sistema locomotor) arriba y abajo por un parque con sus barbas dignas de náufrago y su equipamiento deportivo obtenido del Príncipe de Bel-Air.

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